Introducción?
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Supongo que la mejor manera para que el hipotético lector tenga una vaga idea del porqué creé este blog, es brindándole una introducción. No estoy muy segura si ha de quedar claro el objetivo, puesto que tengo muchas ideas en la cabeza, reflexiones, y anécdotas que me encantaría compartir. Pero sí puedo decirles de donde nace el nombre.
De mil piezas faltaron dos, es el resultado del primer puzzle que arme en mi vida. Y no crean que fue a los 8 años, como muchos. No. Fue a mis 31 años!
Una de mis sobrinas se enamoró de un puzzle bellisímo una vez, cuando estábamos comprando sus libros escolares. Y en pro de inculcarle el ahorro y el valor de las cosas, le propuse lo siguiente: "Ahorremos entre las dos, y lo compramos cuando tengamos cada una el 50% del costo". Ella, emocionada por la fantástica imagen, dijo que sí inmediatamente.
Eso nunca sucedió. No ahorro nada. Pero yo, motivada por la posibilidad de brindarle un regalo que estimulara su concentración, se lo compre de Navidad. Llego el mes de julio de ese año y no lo había armado! Además, lo intentó esa navidad, pero se aburrió pronto. Entonces se me ocurrió que sería interesante hacerlo yo. Se lo pedí "prestado" y ella ni corta ni perezosa, dijo sí. Comencé como lo hace la mayoría de las personas, por los bordes. Mientras lo armaba un poco cada noche, me fui encontrando con ciertas cosas divertidas que esa actividad traía consigo y que nadie que conociera me hubiese dicho.
Para aquel entonces vivía en el apartamento de unos amigos y me tocó mudarme a uno solo para mí. Como se me pude, traslade el puzzle conmigo sin que la mudanza afectara lo avanzado, y obviamente muy atenta a no extraviar ninguna de sus piezas.
Ya en mi nuevo espacio, continué con la ardua pero muy entretenida labor. Algunas noches noté que era muy tarde porque los programas de TV, el cual solo encendía para no sentirme tan solitaria, empezaban a repetirse. Luego de 30 días logré acabar con las fichas con las que contaba, y oh sorpresa...de 1000 habían 998. Mi sobrina en su intento fallido de armarlo recién lo recibió perdió dos de ellas. No podía creerlo! En serio? Tanto nadar para morir en la orilla!?
No sabía si enojarme o llorar. Fue una sensación muy extraña. Aquel era la imagen de una mujer llena de fantasía. Tenia un abanico en la mano con un ave fénix bordado brillante. Los colores eran entre azules y verdes. Sutiles. Con una mirada tan femenina y profunda, e irradiaba una seguridad en si misma que para aquel entonces yo había perdido.
Armar aquel puzzle fue como pagar muchas sesiones de terapia con un psicólogo. Me enseño tanto de la paciencia, del silencio, de lo amable que puede ser la soledad. Me mostró que cuando suceden cosas en tu vida que te rompen por dentro, siempre habrá una manera de volver a armarte pieza a pieza. Y aquellas dos que nunca conseguí eran, como cuando te queda una cicatriz posterior a una herida, te recuerda una parte de ti que no te mató, pero que ahora te hace más fuerte.
No le restó belleza ni poderío la falta de aquellas dos piecitas. Por el contrario la hizo diferente, resaltante. Tal como siempre se nos presenta la vida, con imperfecciones pero llena de belleza.