Adiós
Como ingeniera sé que todo tiene un lapso llamado Vida útil. Nada existente se salva de ello. Cuando no es por deterioro natural es porque las cosas, los estilos y las relaciones se vuelven obsoletas. Es decir, no hay actualizaciones en ella. No se genera o crea una mejora y por lo tanto se debe descartar. Así nos pasa a las personas con algunas relaciones. Vale la pena recordar que existe infinidad de relaciones y no todas son de pareja, ni todas llevan sentimientos pero cuando se lleva mucho tiempo en una, es difícil desprenderse, a pesar que se sepa que es lo mejor para ambas partes.
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Llevo casi tres años trabajando en una academia de baile. No, no enseño a bailar. Soy la administradora, gerente comercial, coordinadora de equipo y hasta la que hace el café. Se preguntarán cómo y por qué una ingeniera mecánica termina en ese trabajo...amo el baile. Y no solo el social. Sino el que te toca entrenar duro, ampollarse los pies, conseguir algún esguince de tobillo y montarte en una escenario de vez en cuando para competir.
Mi anterior empleo fue en una empresa que comenzaba en el país, con enfoque en bio-combustibles (ah, eso sí es de una ingeniera!), y estando allí me inscribí en una academia para aprender a bailar Salsa, ya que recién me había mudado a la capital de Colombia, era obvio que desease aprender a bailar Salsa Caleña. Estuve de alumna más de un año, y entre danza y amistad, los dueños me ofrecieron la administración del sitio. Ya que venía poco conforme con la línea de acción que estaba tomando la empresa anterior, me pareció una oportunidad de cambiar y además de trabajar directamente en el fascinante mundo de la danza.
Hasta hoy en día ha sido una experiencia gratificante. He conocido muchísima fantástica gente entre bailarines y aficionados a la danza. Desde quienes bailan desde los 4 años, hasta aquellos que apenas decidieron aprender a los 40. Además, descubrí que la parte Comercial, definitivamente se me da con facilidad y que de paso me encanta. Pero ha sido un año muy duro a nivel económico. El dolar estuvo muy alto, luego se el gobierno manifestó la intención de una reforma tributaria y además, no hay mucho a donde escalar. Por lo que, mi jefe me dijo a comienzo de mes que no podría mantenerme la oferta salarial para el siguiente año, y me proponía menos de la mitad de lo que recibo actualmente. Y, no puedo aceptarlo.
Amo mucho lo que hago. Me ha dado muchas alegrías, muchos amigos, y mucha paz. Pero como de mil piezas siempre faltan dos, no puedo continuar haciendo esto. Entonces, desde aquel día de la noticia he venido viviendo una especie de luto, como un divorcio o algo así. Sé que me iré por cosas mejores para mi. Pero dejar un trabajo donde he sido feliz, me hace una grieta en el alma.
De Facundo Cabral aprendí que "aquel que trabaja en lo que no ama, aunque lo haga todo el día, es un desocupado". Aquí me he sentido parte de un grupo de seres que ayudamos a muchas personas en muchos aspectos. Las clases de baile son terapéuticas. He conocido alumnos que llegan porque se acaban de divorciar o están en el proceso, y buscan un espacio donde reencontrarse consigo mismos. Otros los han enviado sus psicólogos porque tienen problemas para confiar en otras personas. También algunos porque tienen exceso de timidez, o porque no saben como canalizar el estrés laboral o enviudaron.
Saberme parte de ello me ha hecho sentir que aportamos, como equipo, un grano de arena, para que el mundo sea un lugar mejor, con seres cuyo corazón y espíritu están en armonía.
Por esto y mi equipo de instructores, es que se me ha hecho fácil decir adiós. Pero espero, que donde sea que se presente mi nueva oportunidad laboral, pueda de alguna manera, continuar haciendo bien las cosas.