Bailarías conmigo?
Hace poco descubrí que la felicidad va de la mano con la autoestima. Sabía un poco de ello, pero desconocía en absoluto que a través del tiempo, muchísimos escritos, principalmente de psicólogos, estaban enfocados en mostrarnos ello, y explicarnos el por que.
Evidentemente no voy a describir cosas técnicas que no me corresponden. Pero si quiero aceptar que fue toda una revelación en mi vida. Y aún más, un esclarecimiento que me permite entender ahora la razón de la infelicidad de mucha gente que conozco y aprecio.
Cuando por alguna causa, comienzas tu vida adulta con déficit de autoestima, atraes a ti cada situación y personas que te ayudan a afianzar ese auto concepto. Como si te cayeras en lodo y llamaras a mucha gente para que te pisotee estando allí. Por eso lo ideal, sería que los padres y familiares detectaran a tiempo ese tipo de problemas en los niños y jóvenes. Aunque en la mayoría de los casos, son esos mismos padres o quienes están directamente en contacto con los pequeños, quienes se encargan de hacer crecer en ellos esa debilidad.
Toda esta introducción no es más, sino para contarles que me salvó. Cuando falleció mi padre, ya venía con mucha tristeza junta, por el abandono del novio que amaba y además llevaba muchos meses desempleada por la situación política, social y económica que lamentablemente aun destruye a mi país. Y a pesar de haber crecido en un hogar amoroso, tuve una situación peculiar que me hizo "ponerme gris". Es como me recuerdo.

Y lo único que deseaba realizar luego de mucho tiempo, aún cuando ya había conseguido un nuevo empleo, era bailar.
Desde niña amaba bailar. Lo hacía sola, en grupo, en pequeñas escuelas improvisadas y en la universidad. Y siempre asocié la Alegría y Felicidad al baile. Por eso sabía que me convenía hacerlo.
Apenas conseguí recibir mi primer sueldo, sentí la necesidad de buscar una academia que me ensañara a Bailar Salsa Estilo Colombiano. Ya que me había mudado a Bogotá, D.C., consideré que debía aprender bien este estilo rápido y lleno de color que veía en la tv.
Me inscribí, y es como si mi historia diera el vuelco que mi corazón necesitaba. Comencé a conocer gente que compartía el gusto por hacer esa actividad. Era fantástico saber, después de haber compartido clases, a que se dedicaban aquellas personas. Que edad tenían y los porqués estaban allí.
Cuando estás en una clase, todos los asistentes están en ropa deportiva, así que no sabes si es estudiante, abogado, ingeniero, doctor, o estilista. Solo sabes como se ven sus sonrisas, como aprender en su compañía, y como, en unas pocas horas, compensan todos los sinsabores de un día ajetreado.
En una clase no solo aprendes un par de pasos. Es más que eso. Es mirarte al espejo, te guste o no para entender si lo haces bien. Es concentrarte y agudizar tu memoria para poder realizar la secuencia. Es sacar de tu cuerpo esa energía negativa que te agobia y llenarlo de vigor. Es reírte de ti mismo y seguir trabajando en mejorar. Es exigirte, con una voz cálida y agradable que te lleva a tu mejor versión. Es enfrentar tu timidez, tu miedo a comunicarte, tu miedo a saber que tan alto, bajo, guapo o chaparrito eres, pero que puedes llegar a entablar una conversación no verbal con desconocidos.
Bailar te ayuda a vivir más feliz. Y esta al alcance de todos. Sin importar edades, sexos, gustos, orientaciones o profesiones. Así que yo te invito a quien sea que lea este blog, a intentarlo. Y luego me cuente como le fue.