Anarquía genética
Hay muchos tipos de hermanos. Y cuando somos varias mujeres las que compartimos ese lazo familiar, las diferencias son tantas como los parecidos.
Es muy curioso cómo puedes ver familias donde la genética se esforzó para hacerlos casi idénticos. El color de los ojos, la boca, los pómulos, los rizos del cabello, la forma de la nariz. Evidentemente descartando a los gemelos. Yo tengo amigos que son idénticos, idénticos, a sus padres cuando tenían esta edad. Casi que podría apostar que son la pesadilla de las ex novias de sus padres. Y existimos quienes...bueno, sino fuera porque tenemos algunos rasgos de nuestros padres, como el labio hacia abajo o los cachetes gigantes, y definitivamente creemos en su palabra, podríamos jurar que venimos de casas diferentes.
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Mi madre siempre nos decía que debíamos ser como el tejido de una hamaca (chinchorro), que todas nos moviéramos en el mismo sentido. Refiriéndose a la importancia de mantenernos muy unidas. De apoyarnos. De escucharnos. De respetarnos y de alguna manera estar en contacto constantemente. De estar dispuestas a ayudarnos cuando alguna tropiece o pase por alguna situación no grata. Así nos crió. Somos cuatro, cuatro mujeres. Eramos cinco hermanos hasta mis ocho años, cuando el único varón se nos adelantó. Entonces mi padre quedó bajo un sistema totalmente matriarcal.
En mi familia, los genes fueron algo así como unos personajes revolucionarios, que prefirieron la anarquía, sobre el hecho de imponerse de generación en generación. Cada uno hizo lo que quiso, y seguramente nos parecemos en la curva de la oreja, en algunos ademanes pero sobretodo en los dichos populares que usamos al hablar. A la final, siendo hijas de antioqueños, el 70% de lo que conversamos, va codificado en refranes, que no podrían explicar mejor una u otra situación. Es muy divertido reunirnos. Y lo mejor, es cuando la gente no nos cree que somos hermanas. Eso nos pasa a menudo.
Como soy la menor, todas son mis hermanitas "mayores". Aunque las dos primeras siempre se llevan el título. Y a pesar que blanquean los ojos cuando las presento así, aprovechan la jerarquía para mandar. "Yo soy mayor, yo mando". Por fortuna, las mayores son mucho más cuerdas que yo. Y sus órdenes siempre fueron concienzudas y justas. En pro del orden, la protección y el crecimiento. Mamá me decía de niña: cuando yo no estoy, tus hermanas hacen mi papel.
De paso, el orden cronológico no lleva ninguna similitud o secuencia medio ordenada. Entre la primera y la segunda hay doce años. Entre la segunda y la tercera solo uno. Y entre la tercera y yo, hay nueve. Aunque desconozco si las primeras tres bellezas fueron planeadas, de algo estoy muy segura...yo no!
Mi queridísima progenitora cuenta con su característica jocosidad, que yo fui un descache. Un cambio de método anticonceptivo. Un ligero descuido. Por fortuna, concluye con el comentario: Y una bendición, porque siempre ha sido mi compañerita.
De no ser por esa cereza que ella pone sobre el helado, hubiese crecido frustrada y acomplejada. Pero no. Porque ahora soy, como dicen los memes, la tía sexy y divertida de la familia. Seré eternamente la pequeña. Una de las mayores, la segunda para ser exactos, siempre dice que yo soy como su hija mayor. Entonces, dada mi ubicación en el árbol genealógico, cuento con licencia de por vida para ser la consentida, aunque ya me aplique cremas anti señales en el rostro.
Pero a pesar de todo lo contado, no sé que sería de mi vida sin ellas. Son increíblemente fantásticas. Mis ejemplos a seguir. Guerreras. Madres amorosas. Inteligentes. Simplemente sorprendentes. Y soy tan suertuda, que además de las 3 que tienen el apellido de mi padre. El pueblo donde crecí, el colegio y la universidad donde estudié y la ciudad donde vivo, me han permitido anexar más personajes a mi álbum familiar. A todos ellos y todas ellas también dedico este artículo. En serio, me siento como su hermana.
Los hermanos y hermanas, son lo mejor que los padres nos pudieron dar. Son quienes conocen tu pasado, con lo bueno y lo malo, y siguen allí. Son los que a pesar de las peleas y opiniones encontradas, disfrutan de sentarse a la mesa contigo, aunque sea una vez al año. Son aquellos que en el fondo ruegan porque siempre estés, que seas feliz y que tu vida sea plena. Piénsalo...ellos son un regalo hermoso de la vida.