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"No bailes sola"

Soy la menor de 4 hermanas, y en casa aprendimos a hacer todo lo posible con nuestras manos. Desde coser o bordar, hasta usar el taladro, o arreglar una tubería sencilla. Ser independientes ha sido algo así como mi insignia. Me encanta solucionar mis problemas sola.

Evidentemente siempre cuento con la ayuda y el apoyo de mi familia, amigos o pareja. Pero me cuesta mucho pedir auxilio. Y no es por soberbia u orgullos, sino porque papá me decía "Si quieres que las cosas queden bien, hazlas tu mismas. No dependas de los demás" Creo que era su lema, pues sufría de lo mismo que yo.

Si bien hacer las filas del comedor de mi universidad, siempre las considere como un entrenamiento a la paciencia, me controlo mucho para no exasperarme cuando las cosas no resultan a la velocidad que deseo, sobretodo en la danza, me explico: Cuando asisto a una clase, me encanta que se genere un reto a mi velocidad de procesar los pasos nuevos y de memorizar una secuencia coreográfica preferiblemente bastante elaborada, pero si es muy lenta, me impaciento considerablemente. Y si bien existen un sinfín de cosas que aprendo a diario, cada que tomo un taller o enseño, cuando trabajo en pareja siempre espero que el caballero que esta a mi lado, realice las cosas a la manera que considero adecuadas y que su memoria vaya a la misma frecuencia que la mía.

Sé que estoy errada. Y no tienen idea de lo mucho que trabajo a diario en ello. Tener tolerancia, también incluye el aceptar que todos tenemos maneras y tiempos diferentes de aprendizaje. Esto lo mantengo muy presente cuando soy yo la profe, pero cuando no, me cuesta.

"Permite que tu pareja te guía", "busca tu feminidad","Espera la indicación". "No bailes sola, no bailes sola, no bailes sola!", "parece que tu llevaras a tu pareja y no al revés". Estas y muchas otras frases similares son las que escucho constantemente cuando estoy en montajes y ensayos. Y es que también siento que debo ser auto suficiente al bailar, de manera que el caballero que osa hacerlo conmigo no sienta que maneja un camión con dirección mecánica (sincrónica), y pueda desarrollar toda la secuencia, con figuras incluidas, sin sentir cansancio excesivo o dolor lumbar.

No soy delgada, nunca he sido delgada. Soy gordita, de huesos y músculos gruesos, por ello sufro de pensar en el esfuerzo corporal que los demás deben realizar al querer despegarme del suelo. Agradezco inmensamente a aquellos valientes guerreros que han compartido una coreo conmigo, y a quien hoy en día lo hace, por su disposición y aguante.

Hoy en día, asisto a clases de tango, de nuevo, gracias a una bella invitación de mi pareja de baile y amigo. Ojalá esta vez si logre aprender completamente las bases de tan hermosa danza. Y es allí donde recordé que bailar tango es una comunicación entre dos desconocidos basada en la confianza. Que complejo es pensar en descargar tu pecho en el del otro individuo, sepas su nombre o no, y permitirte ser guiada en la pista para escribir un dulce poema entre ambos cuerpos, con un fondo musical que ameniza la posible tensión existente. O, en mi caso, casi siempre resultar como la coloreada de un niño de dos años, con creyones de cera.

No puedo ni debo anticipar el deseo del capitán de aquel viaje que ha de durar dos o tres minutos. Solo debo copiar de la manera más fiel sus pasos, con una conexión constante, que es regida por el enfrentamiento directo de pechos y hombros, conseguido por la disociación. Es como si me pidieran dejar de ser yo misma, autónoma e independiente, y permitirme la experiencia de respirar, abrazar, copiar y sobretodo confiar. Es tan mágico como aterrador, debo confesarlo.

Pero continúo combatiendo mis impulsos constantes, sacudo mis brazos y me vuelvo a conectar una y otra vez con mi guía. No es fácil. Podría saber muchos adornos, tener toda la postura indicada, y verme muy elegante; pero si no logro hacer de aquel momento una charla con elocuencia, donde brinde serenidad, paciencia y libertad a mi contraparte, la armonía jamás nacerá y regirán movimientos torpes de porfiadas confrontaciones. No es así la vida a diario?

Para bien o para mal nos vemos obligados a aceptar con alegría o resignación que otros nos lleven por la pista. Nuestros políticos, nuestros jefes, hasta el conductor del autobús o del taxi, tienen el poder en múltiples ocasiones, y que más nos queda sino confiar. Si no nos gusta, no volvamos a bailar con ellos (en los casos que podamos elegir). Seguramente, habrán quienes deciden no volver a hacerlo conmigo, y la vida continua.

También se puede optar volver a intentarlo, como yo y mis clases de tango. Volver a dar o darte la oportunidad, es una decisión personal. Lo único que tengo claro es que si aporta a mi felicidad, entonces empeñarme en hacerlo bien de manera insistente, es el camino correcto.

Por ello, aunque me ha costado y sigue costando aún, persisto en bailar canciones llenas de ayer, de tristeza y dolor, de desamor y adiós. Porque así es el tango. Es el corazón roto de un cantante, interpretado con pasión y conexión por dos bailarines.

"Soy aquel que no aflojó jamás

el que luchó con su valor

por mantener este compás"

Canción: El Entrerriano. Vicente Planells del Campo y Oscar Amor


Mónica Velásquez

Vivir en monotonía es una elección, pero no la mía. 

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