Basta una cebolla para dar gusto
Quienes me conocen saben que no soy precisamente la mejor cocinera. Creo que las cosas que mejor me quedan las podría numerar con los dedos de mis manos, y escasamente saldría "tablas", como en ajedrez .
Además de ello, hay muchas cosas que no me gustan como el aguacate, los pepinillos, las aceitunas y la cebolla cruda, pero casualmente casi todo lo que preparo lo hago usando cebolla como fuente de sazón. La razón? Mi madre no concibe la vida sin esta hortaliza. Y pese a que mis hermanas y yo coincidimos en que ella exagera un poco en ello, eso la hace feliz, y...al marrano como lo críen.
Existen algunas analogías que involucran este alimento, como "la vida es como una cebolla, da gusto pero hace llorar", "las mujeres son como las cebollas, hay que descubrirlas capa a capa", "habiendo amor, habrá un olla con agua, sal y cebolla" y refranes por el estilo.
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Yo veo a quienes nos interesa el baile, como si fuéramos unas cebollas. Se que se lee un poco loco, pero trataré de explicarme a continuación.
Si son nacidos en América Latina y no bailan creen que nacieron sin el gen, como si fuesen un brocoli o una coliflor. Se les hace más fácil pasar algunos años hallando las supuestas razones por las cuales el movimiento cadencioso corporal no es su fuerte, que intentando trabajar en pro de ello. Excusas como tengo abuelos rusos, o siempre fuimos deportistas en mi casa, o ninguno de mi familia baila nunca, etcetera.
Y para quienes pasaron la adolescencia escuchando los ritmos tropicales pero sin adquirir conocimientos dancísticos o esquivando situaciones que conllevaran esta actividad de jolgorio, llegan a la edad adulta considerando esta herramienta social como un asunto lleno de misticismo, como una conexión entre la mente y el cuerpo cuyo desarrollo requiere hasta la realización de ofrendas exóticas a algún santo de su devoción para que suceda el milagrito de despertar en ellos eso que llaman Swing.
Pienso que en ambos casos, la semilla habita dentro de ellos.
Para los de otros continentes o muy al norte de este, sienten que al momento en que el bebé sale de las entrañas de una madre suramericana, les entregan un kit conformado por ritmos latinos, color, sabor, oído musical y soltura de caderas. Dicho obsequio se hereda de generación en generación, y para los demás solo se logra con mucha disciplina, persistencia y hasta invertir en viajes a nuestros amados y pequeños países caóticos llenos de reglas infringidas, y fiestas en cada esquina. Entonces podríamos decir que estos personajes están en etapa de bulbo y que aún no ha sido cosechados. A medida que asisten a clases, a sociales, y van a prendiendo, pasa por la cosecha, la lavada y la quitada de la primera capa para quedar listo y disfrutar los mejor.
Toda esta retahíla es porque pienso que bailar es como sacarle el jugo a una cebolla para preparar una buena comida. Bien sea cruda en una ensalada (así no me gusta a mi, pero a muchísima gente sí) o sofrita para una salsa, la cebolla estará lista para dar lo mejor de sí, luego de un pequeño proceso.
Para quienes vemos el baile como la manera de "vivir viviendo esta bella vida", tratamos de inventar más y mejores recetas cada día, sin discrisminar si son criollas o gourmet, si llevan la cebolla finamente picada o en caramelo; pues lo realmente importante es que estamos constantemente aprendiendo, pensando, creando y mezclando elementos que nos permitan explotar la esencia, sacarle el jugo al máximo y darle a nuestros alumnos los tips para que sus platos, aunque sean sencillos, tengan un sabor delicioso y una bella presentación, al momento de salir a la pista de baile.
Y si mi hipotético lector se siente habichuela o zanahoria, quiero que sepa que nunca es tarde para sacar la cebolla que lleva dentro. Para aprender, para mejorar, pero sobretodo para disfrutar de la felicidad que bailar puede brindar a su vida y a la de quienes están a su alrededor.
Por eso, si estas contento baila. Si estas triste baila. Si te rompieron el corazón, baila. Si amas, baila. Si vives, baila!