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Entrenamiento?...toca.

En este cambio radical que estamos viviendo, donde están en juego tantas cosas que son importantes, como la conservación de la salud (física, mental y espiritual) y por supuesto la vida, la familia y los amigos. Y a pesar de que estamos conscientes o no, que el caos se ve y verá reflejado por donde volteemos a mirar (economía, educación, sociedad, gobierno, etc) entendemos que podremos con todo, siempre y cuando estemos vivos, literalmente.

En Colombia apenas llevamos mes y unos días en cuarentena, pues tuvimos el Simulacro de Aislamiento obligatorio (4 días), el cual se unió al primer lapso de cuarentena, la cual empató con la segunda, y ahora estamos pasando la tercera. Y siendo sinceros, esperando la transmisión de la cadena presidencial donde nos imponen 8 días antes, por nuestro bien, unos 14 días más.

Yo, como todas las personas, tuve mi etapa de crisis llorona las primeras semanas. Hoy me siento mucho más calmada (hay deslices de tristeza, pero ya son pasajeros) y mi cabeza trabaja diariamente en crear y verle lo bueno a toda la circunstancia y a pesar de esta.

Cambiando de tema, sin cambiar...los que me conocen de siempre, saben que he sido gordita desde niña. No obesa, pero si de talla grande. Como diríamos en mi país, “cuarto bate”. Dado esto, hoy pasados mis 30’s procuro cuidarme haciendo deporte. Además, el cuerpo no tiene memoria cuando de conservarse en buen estado o mantener la flexibilidad se refiere.

No puedo engañar al hipotético lector de este escrito, diciendo que soy la más disciplinada ni con los ejercicios ni con la alimentación; pero por lo menos evito pasar por el pasillo de las galletas y los paquetes en el supermercado.

Toda esta carreta es para contarles algo, que no es descubrimiento, sino más bien la confirmación de algunas teorías que en diferentes oportunidades había leído y escuchado: Saber cómo se hace una serie de abdominales, no te marca el abdomen o conocer algunos pasos de baile, no te hace un bailarín. Si no realizas la tarea con regularidad y constancia, no sucederá. Si no le dedicas y respetas el tiempo para fortalecerte, jamás pasarás de conocer la teoría.

Sí, eso ya lo sabíamos todos. Pero lo que me asombra, es que mi mente (digo “mi” porque lo confirme en mi vida y en mi manera de afrontar la situación actual) requiere de la misma constancia y disciplina al momento de afianzar pensamientos positivos. He leído algunos libros de superación, de energía, de la importancia de la ley de la atracción, de positivismo y carisma. Pero de verdad les digo, si no hago la tarea de repasar, el abdomen jamás se pondrá fuerte y marcado como lo deseo. E incluso, luego de marcarlo, debo continuar siendo juiciosa para que se mantenga tal como me gusta. De nada me sirve saber y no aplicar. Así sucede en mi cabeza y en mis emociones.

Caer en el foso de la angustia que nos proporciona la incertidumbre, es lo más, absolutamente normal, en este momento. Quedarnos allí durante días, semanas o meses, es nuestra elección.

Muchas veces me han visto decir o escribir, que la felicidad es una decisión y que yo la tomé. Pero no quiere decir que, de manera mágica, cada día despierto feliz a pesar de los miedos y fantasmas, a pesar de las deudas o los fracasos, las desilusiones o molestias, ¡No!. Esta decisión me obliga estar pendiente y filtrar mis pensamientos, los cuales para mi fortuna están asociados con las emociones que me generan, facilitándome el asunto.

Pero gracias a Dios y a la rotación de la tierra, cada día tiene 24 horas, para bien o para mal (como dice mi hermana mayor). Y por ende, cada amanecer tengo la nueva oportunidad de volver a elegir como quiero sentirme, y basado en ello como debo enfocar mis pensamiento y acciones diarias, semanales, mensuales y hasta anuales.

Así que invito al hipotético lector de este escrito a hacer la tarea conmigo, pero sobre todo consigo mismo y preguntarse ¿Cómo me quiero sentir cada día, durante toda la vida?

En mi caso, complementaré mis pensamientos diciéndome lo siguiente:

Mónica...si estás feliz, baila. Si estás triste, baila. Si tienes ira, baila. Si tienes dolor, baila. Si tu alma llora, baila. Si te sientes presa, baila. Si la nostalgia te invade, baila. Si amas, baila. Si odias, baila. Si extrañas, baila. Si temes, baila. Si tu corazón tiene dudas, baila.

Porque yo sé que la danza me hace bien. Me ha salvado y sanado.

¿Y tú, sabes que te hace bien para complementar tu entrenamiento diario mental?

Por cierto, feliz día de la danza (29/04 de cualquier año).

Pdta: Sigo con pancita, pero creo firmemente en la importancia del entrenamiento continúo del cuerpo, el alma y la mente. Así que continuaré trabajando, en todo ello.

Se les quiere 😉


Mónica Velásquez

Vivir en monotonía es una elección, pero no la mía. 

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