¿Un regalo para quién?
Algunas veces nos han invitado al cumpleaños del amigo de una amiga, es decir, no conocemos al homenajeado, pero aceptamos ir. Y por lo general realizamos el gesto más adecuado de llegar con un presente. Presente que por lo general suele ser algo muy neutral, como una botella de vino o un postre para compartir. Y salimos bien librados de la situación.
¿Pero si te dijeran que le prepararás un regalo a un desconocido, que pensarías? No esta de cumple ni se gradúa. Solo conoces un trozo de su canción favorita, y con ello tendrás una ligera muestra de su personalidad.
No sabes si es mujer u hombre. Alto o bajo. Rubio o castaña. Nada más la preferencia por una cosa, entre millones de cosas que existen en la vida. ¿Qué harías? ¿Dirías que no, o te atreverías a enfrentar el reto?
En este tiempo de resguardo pro salud, las posibilidades de conectar con un extraño se redujeron considerablemente. Ya no tomas el bus, no te topas con el perrito dulce de una señora desconocida en el parque, no vas a bailar, no participas de clases o seminarios presenciales. Los lugares y situaciones donde puedes coincidir con una sonrisa, con un acto de amabilidad o que tu amigo te presente a su amiga, quien luego será tu mejor amiga se hicieron remotos en el presente y futuro cercano.
Entonces pensé, por qué no estimular nuestro amor por el universo realizando un intercambio de regalos a ciegas.
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Quienes estamos en el mundo de la danza, vivimos preparando coreografías y espectáculos para obsequiar nuestro talento y esfuerzos a un montón de desconocidos, que con un aplauso o muchos nos retribuyen todo el trabajo de días o meses que conlleva un montaje y puesta en escena.
Entonces sí, si hacemos constantemente hermosos obsequios a personas cuyas historias puede que nunca lleguemos a conocer.
Cuando le pedí a mis muy talentosos bailarines que me enviarán su canción favorita, les genere un corto circuito en sus cabezas. Pues la mayoría, y me incluyo, tenemos un play list de canciones que evocan en nuestro interior una explosión de sentimientos. Algunas nos dan alegría y nos ponen a sonreír, otras tristeza y melancolía. Están las melodías apacibles con las voces de cantantes poetas que nos llevan a mundos imaginarios donde querríamos vivir. En fin, esto hace la selección de solo una, un acto casi de sacrificio al tener que descartar las demás.
Algunos de enviaron respuestas como: “¿puede ser una canción por género?” “¿puede ser un top 40, o por lo menos top5?” entre otros comentarios por el estilo. Muy divertidas sus reacciones, pero, a decir verdad, los comprendía perfectamente, me sucede lo mismo. Hay tanto en el universo de la música que un bailarín siempre hallará fuentes de inspiración para brindarle movimiento a la obra de un músico.
Obviamente les di unos días para que me realizarán la dura tarea, y me hicieran llegar la elegida. Esta, debían enviármela únicamente a mí. Este era el primer paso.
Luego de ello, realicé un sorteo. Así cada uno quedaría con un número asignado, que representaría una de las canciones recibidas. Solo extraje entre 15 y 20 segundos de cada canción. Fragmentos con los que deberían realizar un vídeo.
Para resumir, cada miembro del equipo tenía la tarea de montar una coreografía o secuencia sobre la canción que le fue asignada (que era la preferida de algún compañero o compañera), sin saber de quién era, creando sobre las emociones y sensaciones que le despertaran el pedacito de canción recibida.
Y debo confesar a mi hipotético lector, que fue magia lo que surgió de este experimento. Vale la pena acota, que, a pesar de ser un grupo de formación para espectáculo y competencia en salsa y bachata, no necesariamente las canciones eran de estos estilos de música. Lo cual, hizo mayor explosión en sus cabezas generando contradicciones y sacando fuertemente a muchos de sus zonas de confort, empujándolos a explorar la manera más acertada, según sus propios conceptos, de interpretar la tarea.
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Agradezco inmensamente que los chicos de VyG me hayan seguido en esta locura. Que me permitan ser su guía y crecer a su lado como amantes del movimiento corporal. Porque lo topes (límites) los creamos en nuestras cabezas. Pero cuando dejamos que el amor por lo que hacemos fluya, fluye con él la creatividad, la imaginación y por ende felicidad. Y es allí cuando preparando un regalo para un extraño también nos damos un regalo a nosotros mismos.
Por ello, disfrutemos del dar sin esperar y del recibir sin prejuicios. Porque la danza en un obsequio que preparamos y brindamos con amor, casi siempre a personas que jamás sabremos sus nombres.
Yo vivo para bailar y bailo para vivir. Formo parte de quienes queremos un mundo mejor y más feliz.