top of page

Quiero ser un árbol

Quienes me conoces, saben que me encantan los animales (la mayoría de ellos). Y admiro en algunos, cualidades que los hacen especiales a mis ojos. La lealtad de los perros, la soberbia de los gatos, el dinamismo de la libélula, la inteligencia de los caballos y los delfines, de los pájaros muchas cosas, su canto, su destreza al tejer, su libertad, y las alas de las mariposas. Lo que me había hecho pensar en diferentes momentos de la vida, que si luego de morir, tuviese la oportunidad de regresarme gustaría regresar como alguno de ellos, pero ¿en cuál?

No había llegado a ninguna elección hasta esta semana.


Estos fueron los últimos días del primer semestre. Por cierto, a pesar de lo ajustada de mi agenda diaria y de las jornadas extenuantes, aún pienso que ha sido la mejor decisión (gracias a quienes hicieron posible ello). Tuve maestros increíbles y compañeros fantásticos. Pero una maestra en especial me ayudó, sin ella saberlo, a esclarecer mi duda respecto a ¿Qué querría ser en la próxima vida? Porque ella lo fue este semestre para muchos de nosotros.


¡Quiero ser un árbol! Sí, exactamente un árbol. Un frondoso y robusto árbol.


Cuando eres árbol tienes unas grandes y fuertes raíces, que no te permiten olvidar tu historia, de donde vienes, tu familia, tus amigos de la infancia y juventud, tu patria, tus principios, tus valores, todo aquello que brinda el soporte a tu personalidad y te hace ser quien eres.

Cuando eres árbol, te haces más recio con los años. Cada anillo interno que llega con tu edad te va llenando de los recuerdos que te marcan la existencia. Por fuera, cambias, mutas, desarrollas una capa externa tosca, ruda, que te protege de las insensibilidades de la intemperie, pero conserva tu interior lo más sano posible. Porque con los años aprendemos a no confiar en todo o todos, a esperar que los demás muestren un poco del yo sincero para darle entrada en nuestras vidas, entregamos el amor poco a poco, para salir cada vez menos heridos o lograr que una decepción no nos golpee tan duro el alma.


Cuando eres árbol, eres capaz de dar sombra, frescor, protección. Puedes ser hogar para aves, insectos y roedores. Vuelas con el vuelo del pájaro y con la hoja que se suelta. Puedes dar frutos y flores, entonces brindas alimento y belleza. Eres tierra y aire. Comprendes el arriba y el abajo, y con humildad reconoces cuán difícil es llega alto.


Cuando eres árbol danzas con la brisa, sonríes con la luz del sol, cantas con el aire, lloras con la lluvia. Permites que el cansado se siente y descanse bajo tu sombra, y le acompañas en silencio y devoción. Reconoces la virtud de la paciencia, ello la aplicas, la enseñas.


Cuando eres árbol le das tanto valor a tus raíces como a tu copa, porque eres un ser único, conectado con todas tus partes y lo que te rodea. Entiendes entonces que nada en ti existe sin razón porque eres un transformador y comprendes que la vida pasa y se pasa, los niños crecen, los adultos envejecen, la muerte nos acecha y los tiempos siempre han de cambiar.


Cuando sea árbol, viviré la plenitud del dar, del escuchar, del acompañar, del no juzgar… como mi maestra Hilse lo hizo con nosotros, como además lo hacen mis hermanas, mi pareja, mi madre y la


danza. Así devolveré tanto amor con amor. Y quizás logre luego ser libro; así sería un final feliz.

Comments


Mónica Velásquez

Vivir en monotonía es una elección, pero no la mía. 

  • Facebook Black Round
  • Google+ Black Round
  • Tumblr Black Round

© 2023 por TuCamino. Creado con Wix.com

  • Facebook Black Round
  • Google+ Black Round
  • Tumblr Black Round
bottom of page