Sobre migrar. Escritura automática
El movimiento se siente dentro en los huesos, en el alma, en las vísceras, en las venas. De repente la nostalgia te golpea de manera sorpresiva y te comprime el pecho.
Pero me volví más decidida, determinada, osada, organizada, disciplinada.
Templanza paciencia y fe. Es desplazarse constantemente. Esto es remembranza, añoranza, ilusión, expectativa, angustia, adaptarse, aceptar, huir, aprender, aprehender, soledad, llanto en silencio, incertidumbre. Siempre como la tradición gringa de las bodas: algo nuevo algo viejo, algo prestado, algo azul.
Moverse permanentemente para no detenerse. Esforzarse más que los demás. Conocerse, reconocerse, transformarse, romperse, reconstruirse, aceptarse, ser humilde, empático cada día, cada instante, silenciarse, tragarse los dolores. Volver a empezar, desenraizarse, perder algunas hojas, sentirse extraviada.
A veces aplaudirse, a veces castigarse, sentir miedo, mucho miedo. Temor al fracaso, temor a fallar, urgencia. Identidad, xenofobia, fantasmas nocturnos, impactos inesperados de recuerdos. Hueco en el estómago (literal y metafórico), vacío. Aferrarse a la decisión. Algunas veces sentirse muy perdida, pero no olvidar de donde vengo.
Me pregunto, cómo puede caber la vida en una caja y cómo una caja simboliza todo lo que se acepta, todo lo que se cambia y hasta la nueva vida. ¿Qué cabe dentro de una caja? ¿lo tangible y lo intangible? El que más rápido se adapta mejor vive. Llenarte de ocupaciones para olvidar que el corazón está dividido, y lo estará.
Volverte workaholic. Repetirte frases como mantras cada mañana para no dejar que la nostalgia aparezca. Cada esfuerzo vale la pena. La esencia siempre habita en la raíz. Haz todo desde y con amor. No estás sola, aunque te sientas así muchas veces.

Por más de 5 meses sin empleo. Fronteras cerradas. Engañada y con el corazón roto. La muerte de papá. Sentirme culpable. Escribir, llorar, danzar, soñar, abrazar y volver a repetirlo. Procuras que cada paso sea subir un peldaño, aunque muchas veces pisas mal y vuelves a caer algunos peldaños abajo. Te sacudes el alma y la ropa y vuelves a intentarlo. Algunas partes se solidifican y otras se ablandan.
Extraño el joropo en la radio del bus a las 6:30 de la mañana, la jerga, la birra, la parrillada. La huella que queda cuando nos vamos, ¿Cuándo se desvanece? La negación me contrae el pecho, los músculos. Se me tensiona la frente y la mandíbula.
Se supone que se hace más fácil con los años, pero porque luego de una década lo siento tanto. Tanto como en los primeros meses si fue una elección porque siento que me sigue martillando porque siento que me sigue deformando como si me obligaran o me obligara a mí misma a convertirme a transformarme. Hoy noto que todo es distinto, por más similar que parezca, no lo es.
El clima, el ancho de las calles, los abrazos, el olor. Pienso en las repercusiones de resistirme y me digo lo qué debo hacer mientras converso con un nudo en la garganta. Devuelvo las lágrimas un millón de veces y una vez más sonrío. Sonrío para bajarle tensión a mis cejas, sonrío para no explotar, sonrío para no llorar, sonrío para no extrañar, sonrío para…
Sudo, me acaloro. Puedo imaginar los colores que se transforman: los azules se vuelven rojos, los verdes se vuelven rojos, los amarillos se vuelven rojos, como el rojo que me hizo salir huyendo, y con el rojo emerge más calor. Calor en el cuello, en la panza, detrás de los ojos, en los hombros que me duelen de cargar, que me halan las clavículas, que me presionan el esternón, que me aprietan el pecho, que me entrecorta la respiración. Puedo sentir como de manera forzada y fuerte palpita este corazón al que le cuesta moverse con ligereza, con liviandad. Este calor que intenta regularse a punta de sudor y lágrimas.
Que exhaustivo es hacer algo que no se acaba. Hacer, hacer y hacer...
Comments